Tuesday, November 16, 2004

Sueños del 20 de septiembre de 1990

*Estábamos en casa (en Tampico) Chucho y yo, cuando de momento llegaron unos muchachos, era según una amiga con sus amigos. Y entraron muy confianzudamente. Me dejaron perpleja porque se llevaron algunas cosas, entre ellas dinero. Entre ellos había un muchacho que era todo un vago.

*Leí una novela y me encantó. Era una mujer su autora y deseé en ese momento conocerla. Viviese donde viviese yo quería conocerla. Le comenté ésto a mi mamá y me dijo que podía hacerlo. Ella vivía en Francia ( de algún modo nos enteramos de esto), y se me hizo muy fácil decir que iría a un viaje a Francia, puesto que estaba cerca. Hice ese viaje, e informándome llegué al pueblo donde residía. Iba saliendo de su trabajo con varias amigas. Me sorprendí, porque no esperaba que fuera así. Era una mujer no deslumbrante en su belleza, no era alta pero tampoco baja de estatura, su cabello era negro y lo tenía de largo a la altura de sus hombros, su tez era morena, sus ojos serenos de un color café, su nariz y su boca medianas. Vestía clásico y sus ropas no eran presuntuosas. Cuando platicaba con sus amigas, ya para despedirse, pude observar que se desprendía de ella un aire emprendedor. Cuando bajó las escaleras y me acerqué a ella para pedirle un autógrafo, me miró muy profundo, le pregunté si era tal autora del libro, ella me contestó que sí. Le di un papel y pluma para que lo autografiara. Lo hizo tan rápido y me pareció tan frío e impersonal eso, pero la disculpé en mis pensamientos porque se veía apurada. Aunque por todo eso le dije que me había encantado su obra, ella me lo agradeció y se volvió a su amiga para comentarle algo. Desesperada por arrancarle algunas palabras, le comenté de mi viaje emprendido para verla. Ella me miró con más detenimiento y se rió un poco y agregó, que si quería ir a su casa a comer. Yo me asombré y rápido contesté que sí. Cuando fuimos a su casa, caminamos y las calles pavimentadas dieron lugar a las empedradas. Me sorprendió de alguna manera, y me di cuenta que ella no era rica, que era de clase media ( en realidad baja; esto lo agrego) como yo. Siempre o casi siempre había asociado la brillantez e inteligencia de los autores, con una vida cómoda. Pero con ella estaba en un error. Con su amiga platicaba de problemas económicos, de amigos, de cultura, y así ella estaba bien consigo misma. La admiré, admiré su privacidad, su lucha por conseguir no un status más alto, sino por llenar su espíritu. Nos detuvimos no recuerdo en dónde, si en una galería, o a comer en algún lugar. Aunque no logré llegar en algún lugar de su corazón ( cosa que no pudo existir por la brevedad del tiempo) platicar como adulta con ella, dejó una grata impresión en mí y la admiré.
*Este sueño, pese algunas cosas realmente risibles, es uno de mis preferidos. Puedo decir que lo soñé intensamente.

3 comments:

Sandra A.Torres said...

Pedro, no sé si tu conoces o no al lic., lo cierto es que estos son puros sueños, y sí, estuve una breve temporada en el despacho de él, yo estaba en primero de derecho, por la tarde tenía mucho tiempo libre, ya leía, ya jugaba volibol, pero también cursaba derecho y un buen día entré a su despacho y le pregunté si podía aceptarme de aprendiz en la práctica del derecho y él siempre muy gentil me dio esa oportunidad que yo después la dejé porque estaba en esa etapa de aprehender el mundo y eso del litigio intuía que no era para mí. Por cierto, ¿eres de Tampico?

Roberto Iza Valdés said...
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Carmela said...

hola sandra, no sé quien sos, de todas formas gracias por pasasrte por mi flog. Otro dia con mas tiempo leo tus escritos. Cuidate que estés bien, Lucia.